Admiro a la gente que hace manualidades, a la gente que con dos o tres cosas que uno descartaría como basura, te arman “el” objeto, y encima parece que tardaron nada, o si tardaron no te das ni cuenta, y vos decís ¿cómo hizo?
A ver: a mí quizás se me ocurren cosas para hacer, y de pronto me surgen un montón de ideas, y cuando me agarra la “ocurrencia” ayyy mamita! Ahí agarráte porque salgo cual fan enfervecida por la retacería, la mercería, la artística; compro retazos de tela, cintas de todos los colores, botones, cajas de cartón, acrílicos, todo, todo lo que veo y digo: esto me va a servir para tal cosa, esto para el mueble que voy a pintar, ¿papeles de decoupage?, sí, dame que llevo, no uno, dame 5, porque tengo la cajita para hacer, la lata para forrar, el mueblecito…
En uno de esos ataques “utilísimos” como los llamo yo, estando todavía embarazada de Beni, le taladré tanto la cabeza a mi querido marido con una máquina de coser que se apareció con una un día. Y envuelta en la fiebre de la costura cosí patitas, batitas, baberos, todo en un par de días. Nació Beni, y su nacimiento me hizo darme cuenta que por ejemplo: hacer batitas no es lo mío o los bebés nacen muy cabezones: ninguna le llegó a pasar por la cabeza; que los bebés tienen que mover las patitas adentro de los pantalones so, hay que hacerle el piecito un tanto más grande; eso sí: los baberos arrrmosos te digo, y se la re bancaron, todavía los usa Lola.
Beni creció, y llegó Lola, y con Lola surgió la fiebre por hacer mantitas: ahhh sí, ahí le hice 3 mantitas de polar, una de algodón, almohadoncito al tono en patchwork (un laburo poco recomendable para almas inquietas) y nombre bordado (porque es corto viste?, sino ni loca). Hasta me animé y anduve regalando mantitas bordadas y almohadones coloridos. Pasó la fiebre de la costura y me agarró la locura por lijar y pintar. Durante 3 semanas (sí, 3 semanas, imagináte si tuviera que hacerlo en un programa de tv, me quedo sin televidentes) me afinqué en el balcón para que mis hijos no molesten y lijé y pinté una mesita de luz. Le puse onda, mucha onda pero a la mitad de la operación ya estaba aburrida. Ese es mi problema: si no termino rápido lo que estoy haciendo me aburro y lo dejo a la mitad. Ansias que se llaman vió? Y a veces por querer terminarlo rápido lo arruino, así funciono. Hete aquí que a la mesita en cuestión la quise abandonar , pero me la imaginaba en el rincón donde iba a ir y junté fuerzas y la terminé. Es de las pocas cosas que he empezado y terminado sola (si te tengo que ser sincera no está 100% terminada, faltaría una manito de laca pero creo que ya fue), y por eso la veo y estoy feliz.
Ahora hace meses que no toco la máquina de coser: empecé a cortar telas para hacer individuales: corté como para hacer una producción industrial eh, porque te dije que cuando me agarra la fiebre útil me agarra con todo: ahí están, arrumbados en un rincón esperando que los termine. Las cajas con decoupage las pinté, ahí están esperando que las termine. El mueble me mirá desde un rincón, con alguna telaraña, y me clama porque lo lije. Nada.
Por eso admiro a quienes tienen la dedicación para eso. Yo no. Si alguien tiene algún tip para quién suscribe, que se llena de DIY, moldecitos, links en favoritos y demás, de cosas para hacer pero que escasea en paciencia, será bienvenido.
Mientras tanto miro esta foto y con esto: Soy feliz, vamos que la vida es una fiesta♪
Aunque ni yo me lo crea todo esto lo hice yo! |