Cuando estaba en la primaria había formado un grupo de amigas con las que compartíamos más o menos las mismas cosas: todas escuchábamos a Luis Miguel, amábamos a Pablito Ruiz (sí gente, el blog sirve para exorcizar viejos demonios también, lo confieso), éramos bastante poco femeninas (siempre en el pan y queso los varones nos llamaban primero a nosotras) y nos encantaba hacer campamentos. Una del grupo tenía una carpa y un patio lo bastante grande como para instalarnos ahí, así que cada diez o quince días le plantábamos un camping en el patio y jugábamos a la supervivencia por una noche
A mitad de séptimo grado y para festejar que estábamos por terminar la escuela decidimos hacer un campamento de más días y en otra locación. Otra de mis amigas escolares vivía en una casona con un parque gigante, en la otra punta de la ciudad, rodeada de casas quintas, y… cerca del cementerio.
Con la aprobación de los padres el día indicado cada una armó sus cosas y partimos a la casa. Esta vez la cosa no era en carpa, era en una especie de casa rodante, que se llama batán, así que llegamos a la quinta, nos armaron el hogar y nos dejaron. Obviamente cuando hacíamos campamentos por más que fueran en una casa no dejábamos que nos ayudaran demasiado, aunque siempre los padres cuando nos veían comiendo fideos todos pegados se compadecían y nos alcanzaban un sándwich de milanesa obviamente.
Así que armamos todo, y salimos de recorrida por la zona. El lugar repito, en esa época, era en el medio de la nada, terrenos baldíos llenos de monte, alguna que otra casa quinta, poco humano en varias cuadras a la redonda. Humano vivo digamos, porque a 3 cuadras empieza el cementerio.
Enfrente de la casa había un monte tupido, imposible de entrar si no era a fuerza de ir quebrando ramas. Lleno de enredaderas, poca luz del sol, y en ese lugar bien escondido de la vista de la calle teníamos una casa, una choza, de hojas de palmera, y troncos de árboles atados. Ahí pasábamos buena parte de los días en que íbamos de paseo a la casa de A. Ese día, el del campamento estuvimos como siempre casi toda la tarde ahí y cuando llegó la tardecita salimos de excursión nuevamente y llegamos caminando al cementerio, que tiene un parte que se cierra y otra que está en permanente construcción (para no decir crecimiento, que me parece bastante negro). Esa parte queda abierta y ahí es por donde fuimos a pasear. Pasear es una forma de decir: imaginen un grupo de 6 o 7 chicos de 11 años, gritando como locas y asustándose unas a otras hasta terminar corriendo, huyendo despavoridas por las calles.
Cuando llegamos al campamento, estábamos todas muertas de miedo. Nadie quería salir para cocinar, nadie quería buscar agua para el arroz, nadie quería quedarse sola. Así que nos mantuvimos encerradas en la carpa comiendo galletitas, y tratando de pensar en otra cosa.
A. tenía muchos perros, y entre tantos que tenía había uno negro, completamente negro, raza perro, bastante grande que cuando volvimos del paseo estaba echado en la puerta del batán. En un momento vaya uno a saber porqué el perro comenzó a aullar como loco, sin parar. A. le gritaba desde adentro de la carpa; todas le gritábamos y el perro más aullaba. R. decidió abrir la puerta y salir a calmarlo: estaba parado a contraluz de un farol mirando el batán, y entre las sombras de la luz y el color del perro alguien alucinó que el perro tenía los ojos rojos: el perro diábolico gritamos todas!!!! Y empezó un griterío terrible, el perro que aullaba, algunas que se habían largado a llorar, que terminamos despertando a la madre, el hermano y la abuela de A.
Todo acabó con el perro encerrado y nosotras durmiendo todas juntas, en una habitación, adentro de la casa. Nunca más hicimos excursiones nocturnas.
La casona de A. se vendió, y ahora hay ahí una hermosa hostería que conservó la casa y todas sus instalaciones. Cada vez que paso no puedo evitar pensar en ese día y en el exceso de imaginación que tiene uno cuando es chico, por suerte.
Esta era la casa de A. |
Así está hoy: igual que ayer |
Me encantó la historia!
ResponderEliminarYo viví siempre en Capital, así que no teníamos por donde salir a explorar...
Pero de más grande (y mucho más pavota) he ido a algún campo o quinta con mis compañeros, y nos encargamos de asustarnos entre todos, como corresponde.
:)
Buenísima! Nosotras también hacíamos supervivencia en carpa! Que divertido. La noche se hacia eterna!
ResponderEliminarMe encanto la casona! Donde vivís?
Me encantan las historias de miedos infantiles...siempre tenemos alguna para contar. La casa es hermosa, aunque en aquellos años debería ser de temer, sobre todo por el cementerio cerca ajajjaja besote!
ResponderEliminarjajaja tipíco, me hizo reir la parte que ninguna queria salir para nada.. me hace acordar a mis campamentos, donde se contaban las historisa de los duendes, de la luz mala, el chupacabras ¿? y esas cosas que despues te quedan maquinando en la cabeza ajaja
ResponderEliminarClo, somos TAN de la misma generación! Pablito Ruiz! Luismi! No te faltaron The New Kids on the Block???
ResponderEliminarMe encantó la historia, qué lindas nenas, qué lindo lugar!
Besos!
Fer
www.fabulinas.blogspot.com
jajjaja qué buen relato.. y al final.. había un perro encerrado! Je! Qué bueno era manijears ecuando éramos chicos! No había nada mejor que contar historias sugestivas y aterradoras! Un beso enorme Cloh., me encantó.
ResponderEliminarQué lindas épocas!! la cabeza funcionando a mil, la adrenalina!! me encanta cómo escribis, lográs hacerlo vivir. Besito!!
ResponderEliminarEn este blog la autora tiene más historia que los objetos jajajaa!! me reí imaginándolas!!
ResponderEliminarUn beso Clo!!
Gracias amigas bloggeras!!!
ResponderEliminarRomina: una vez en la vida al menos hay que vivir la experiencia de pasar una noche en un campo con amigos y asustarse, es parte de la vida misma!
Bubu: esto es Chascomús!, a 120 km de Capital, acá resido ahora(acá nací y he vuelto después de un par de años de vida capitalina)
Dani: la casa es preciosa sí! y te digo que la cercanía al cementerio a nuestros ojos también le sumaba puntos!
Lucía: el chupacabras!!!! me había olvidado de eso!
Fer: buenísimo que alguien más se haga cargo de lo de Pablito Ruiz, era muuucho para mí sola jeje
Ceci, Ale: gracias!!! está bueno que guste lo que escribo!!!! Muacks!
Eli: jejejeje yo en sí misma soy un objeto con historia!!!
Hola!, qué lindas aventuras!, me trasporté en el tiempo porque tuve historias de infancia similares...pero a nosotras nos faltó el condimento del cementerio!!, hubiese sido genial. ....también fui muy fanática de Luis Miguel, qué recuerdos! Gracias por comparir tu historia!
ResponderEliminarme has hecho reir, me las imagino, porque a esa edad que capacidad de imaginacion para la atrocidad se tiene!! supongo que nos faltaba la inormacion que una laucha en la casa es peor que 20 espiritus visitandote!!!
ResponderEliminarTus historias son lo más, qué bueno que las saques a la luz, Pablito Ruiz incluído! Jajaja, besos!!
ResponderEliminarCLAU SUPER BELLOS RECUERDOS NO TENIA FOTOS DE MI CASA ASI QUE ME HAS DADO UNA GRAN ALEGRIA Y UN REGALO DE UN VALOR INCALCULABLE MIL GRACIAS!!!!!!!!!!! EN ESA CASA PASE LAS MEJORES EPOCAS Y SOBRE TODO LAS MEJORES AVENTURAS DE MI VIDA GRACIAS POR HABER FORMADO PARTE DE ELLAS!!!!!!!!!!!!!!! SOS UN ANGEL DE MUJER TE QUIERO MUCHOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarA.