Esta es la segunda vez que atravieso por la etapa de que un hijo comience el jardín.
Hoy es sábado, y pienso que en tres días la vida de Beni va a pegar un giro. Pasaron casi tres años desde que nació, y lo que hasta hoy fue una vida despreocupada, sin horarios, con la posibilidad de, por ejemplo, dormir hasta que se le de la gana, a partir de la semana que viene comienza a cambiar.
No digo que drásticamente cambia. Obvio que se que el jardín es una etapa hermosa, que ellos la súper disfrutan, que les hace bien y todo eso. Yo, como mamá, y adulto, sé, lo vivo como el fin de la etapa libre digamos. Beni comienza su inserción en el mundo real por así decirlo. Un mundo donde hay horarios que cumplir (aunque en el jardín no sean tan estrictos con eso), reglas y turnos que respetar, cosas que compartir…
Cuando mi hijo más grande empezó el jardín sentí como una gran nostalgia, no sé bien como explicarlo. Lloré a escondidas el día que lo vi con su guardapolvo y la bolsita arrastrando por el piso. Ahora lo veo a Beni, que apenas vio su guardapolvo me dijo –poné a Beni - y vuelvo a sentir lo mismo. Empiezan a despegar.
Tan feliz estaba con su uniforme rojo y un gran moño amarillo en el cuello que me dio culpa mostrarme triste. No estoy triste Ben, estoy como decirte, melancólica. El comienzo del jardín es el inicio de otra etapa en tu vida, en la que deseo que seas todo lo feliz y libre que fuiste hasta ahora; que aprendas a respetar reglas y a convivir con otros, pero que mantengas siempre, la capacidad de dejar tu huella, de expresarte, de ser vos, y de reírte a carcajadas, como te reís a veces. Eso rulos: que sigas el camino siendo una personita tan auténtica como lo fuiste hasta ahora, será mucho pedir?.