viernes, 16 de marzo de 2012

Pasaba por acá...

Muchos días sin pasar por acá.
No porque no quiera, sino simplemente porque no puedo. El proyecto que arranqué me tiene completamente absorbida, entre papeles, contratos, proveedores, ropa, zapatos, carteras.
No me quejo, estoy feliz, pero mi ser culposo también se lamenta por haber abandonado momentáneamente este otro lugarcito, que tan bien me hace y que tanto me costó armar.
Logré hacerme huequitos de tiempo para seguir leyendo los blogs, pero aún me falta la organización suficiente como para comentarlos, y escribir en el mío.
Ya llegará. Tiempo al tiempo.
Mientras tanto cuento que ayer, finalmente, recibí esto:


Así que emulando  a un banco y su slogan digo: dueño!! , y me pongo a pintar paredes porque ya falta poco para abrir
Ah: miles de gracias, miles de verdad, a todas las que pasaron a dejarme un mensaje en el post anterior. Quisiera haber podido tener tiempo para agradecer mensaje por mensaje, pero espero que un GRACIAS ENORMES abarque a todas. Son geniales. La buenísima onda que se respira por acá es difícil de encontrar en otro lado.

viernes, 2 de marzo de 2012

Otro hijo

Desde siempre, desde chica digamos, siempre pensé que el día que tuviera una hija se iba a llamar Olivia.
Conservo una libretita de cuando tenía 9 o 10 años, con una listita de nombres de nena que seguro iba escuchando o leyendo por ahí y con letra manuscrita están escritos Olivia, Carmela, Elena, Martina, Camila y otros tantos de varón.
Cuando nació mi primer hijo el trato con mi marido fue: si es nene elijo nombre yo, si es nena elegís vos. Fue nene, elegí yo y le puse Valentino. Llegó el segundo, elegí yo, fue Benicio. Cuando llegó el tercero y me enteré que era nena dije “es Olivia”. Y mi marido sacó a relucir el trato inicial y me dijo: es nena, elijo yo y se llama Lola. Y así fue que quedó Lola y yo relegué mi deseo de que alguien se llame Olivia en la familia.
Hasta ahora.
Hace un par de semanas atrás, por medio de OH! , llegué a F. (y no la identifico porque no le avisé de este post). F. es la dueña del negocio más lindo, más femenino y con más onda de toda la ciudad – y que disculpen si algún otro dueño de algún otro negocio de Chascomús está leyendo este post, pero es así. Un día, le fui a llevar unas tazas de té inglesas encantadoras que me compró, y charla de por medio me dijo que vendía su negocio: que vendía Olivia.
Olivia es mi negocio de cabecera para comprarme zapatos. Fue el primer lugar donde conseguí unas botas de Paruolo que aún hoy las miro y no puedo creer lo lindas que son. Por si no se entiende (sí me van a entender las que no viven en las grandes urbes) hay cosas que en las ciudades chicas las mujeres miramos solo en las Para Ti, o en Oh la lá, o conseguimos viajando únicamente. Bueno, eso pasaba acá hasta que llegó F. y su visión genial sobre la moda.
La cosa es que después de mucho pensarlo, después de muchas charlas con la familia, después de muchas charlas con F., Olivia finalmente va a pasar a ser parte de mi familia, y yo estoy sumergida en el medio de un súper mega emprendimiento, que va a hacer de este 2012 un año difícil de olvidar.
Así que sepan disculpar la ausencia de tantos días, posiblemente esto mejore una vez que yo deje de andar eligiendo zapatos y carteras para la nueva temporada otoño-invierno.
OH! sigue, obviamente, porque todo tiene que ver con todo, y porque es mi proyecto del corazón,  solo que quizás por un tiempo, a otros ritmos, hasta que todo esto fluya de manera más relajada.
En el mientras tanto, nos leemos, nos comentamos, y obviamente a partir de ahora,  si alguien quiere saber que viene en zapatos y carteras  para el invierno, no dude en consultarme ja.
Bienvenida Olivia a la familia.