martes, 8 de noviembre de 2011

Yo quiero Vienissimas!

Ya conté en otro post una de mis experiencias laborales. Pero mi ingreso al mundo de la población económicamente activa ocurrió bastante antes, a la edad de 15 o 16 años.
Como toda adolescente cada vez que llegaba el fin de semana, necesitaba imperiosamente tener algo nuevo para estrenar: zapatos, un jean, una remera, algo. Durante algún tiempo, corto, mi mamá accedió a comprarme alguna cosita cada fin de semana, pero llegó un momento en que tuvo que poner freno a mi adicción al placard y cortó el flujo de dinero necesario. Qué hacer? Trabajar. Y me veía con billete propio y de ahí a llevarme todas las remeritas del estante del local de moda había solo un paso.
Tanto insistí con mis ganas de ser independiente económicamente que me dijeron: ¿vos querés trabajar? Bueno, yo te voy a conseguir un trabajo.
Y no sé de donde habrá salido el contacto pero a los pocos días me encontré con un delantal blanco, subida a una camioneta con un tráiler que llevaba puestitos móviles de panchos, que se ubicaban en diferentes lugares sobre la costanera de la laguna.
El primer día que trabajé me tocó en un lugar sobre la laguna por el que no pasaba nadie, nadie pero nadie eh. Siempre hay algunos lugares menos frecuentados que otros, y la laguna tiene ciertos sectores que en verano se ponen como las playas del casino en Mar del Plata y otros más tranquilos, como el que estaba ese día. Recuerdo que en esa época mi vieja tenía un ciclomotor y pasó no sé cuantas veces a ver como estaba, y me miraba con cara de “hasta cuando te va a durar estas ganas de tener plata?”, y me preguntaba si me quería quedar, y como yo decía que sí, se iba. Así fue todo ese larguísimo primer día.
Al otro día me tocaba en otro lugar de la costanera. Como conté más arriba hay lugares sobre la laguna que concentran toda la movida de la tarde: ese día me tocaba en uno de esos lugares. Y yo, que quería trabajar, pero que no dejaba de ser una adolescente, no quería que nadie me viera con un delantal, vendiendo salchichas. Estupideces de joven, pero así funcionaba. Clamé y clamé porque me asignen a otro puesto y finalmente me cambiaron. Llegué a otro parque, que también estaba lleno de gente y armé el puesto, tratando de pasar lo más desapercibida posible. Me pasé toda la mañana armando panchos y viendo que el día iba a estar movidito en un rato de descanso me puse a recargar el calentador para el agua de la bandeja donde van las salchichas. El calentador era de esos que se usan en las fondues, que llevan alcohol generalmente. Así que lo revisé y viendo que estaba vacío me agaché a llenarlo de alcohol. Claro, estaba vacío pero caliente. Fue un segundo que tiré un chorro de alcohol y pummmm! Explotó todo. Voló el resto de la botella por el aire, voló el calentador,  volaron pedazos de salchichas y panes y se enteró todo el parque. Se armó un revuelo terrible, vino el dueño del puesto, vinieron mis viejos, y terminé en la guardia del hospital, sana y salva, sin cejas casi pero sana.
Ese fue mi segundo y último día de trabajo. Renuncié. Y si no hubiera renunciado creo que me hubieran despedido:  destrocé todo el puesto en menos de dos días de trabajo. Y si en el peor de los casos no me hubieran despedido ya estaba decidido en mi casa poner fin a mi locura independentista.
Nunca más supe nada del que fue mi jefe hasta hace un tiempo. Un par de meses atrás mis viejos, buscando un vajillero para reciclar se lo encontraron en una casa de remates, y mi papá, que si algo tiene es que no se olvida nunca de las caras, se acordó enseguida de quién era. Le contó, se rieron un buen rato de mi experiencia piromaníaca y me llamó para avisarme donde encontrarlo.
Hoy él es uno de los principales proveedores de las cosas lindas que ven en OH! Y si algo debo agradecerle aparte de eso es que gracias a él  que descubrí que las salchichas tienen mala fama: hacerlas no es para cualquiera che.

14 comentarios:

  1. jajajajaajaj me divertí mucho con tu anécdota de trabajo!! no tuviste el primer sueldo pero si despues de un tiempo tuviste el agrado de encontrártelo y darnos a conocer estas hermosas cosas!


    BESOS
    AYEZ

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  2. Ja muy divertida tu historia! no te tocó cerca de Regatas??? Cuando yo estaba embarazada de mi hijo el unico antojo que siempre tenía era comer panchos. A cualquier hora se me antojaba y tenía que poner a hervir una vienissima si o si. Beso!

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  3. JUA! Casi me muero de la risa! Me encantan tus historias!

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  4. Juuuuaaaa!!!! Entre tu cara sin cejas y tu mamá en moto, me muero de risa!
    Qué linda historia, me encanta cómo contás tus recuerdos.
    Besos enormes,

    Fer
    www.fabulinas.blogspot.com

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  5. Jajajaajajaj jajajajjaja me muero!!!! Me imagino la explosión del puestito!!! ajajajaja y vos que querías perfil bajo ajajjaja que locura!!! Besote!

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  6. Gracias!!! Fue una forma ruidosa de terminar una relación laboral.
    Maru! era cerca de Regatas sí! llegando a un monolito que hay por ahí! yo juro que por un tiempo no pude ver más una vienissima!

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  7. Qué buena historiaaaaaaaaaaaaaa! Genial genial, qué bien contada. Un beso enorme!

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  8. Eras medio liera vos también, eh? entre escalar los arboles, los raids triciclísticos y las explosiones...más vale tenerte lejos! Besito!!!

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  9. Ay ClOH morí, pero morí de risa. Imaginé cada cosa. Yo creo que entre la vaijlla, el estudio, los chicos y la casa, tenés que ponerte a escribir un libro. Beso, M.

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  10. Yo recontra hubiera tirado el alcohol ahí también, eh? Menos mal que el salchicherismo no se cruzó en mi camino! :P

    Buena historia :)

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  11. Ayer dejé un comentario en este post divertido y google me lo comió! =0((

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  12. jajjaja muy buena anecdota. Al final el aprendizaje fue.. aprender a controlar tu adicción a la ropa jaja.
    Como primer experiencia laboral, bastante divertida jaja

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  13. Ajajajaja!!!! Muy buena historia! Lo contaste de manera muy vívida!

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  14. Me hiciste morir de risa otra vez!!! Me imagino la situacion y no puedo arar de reirme!!!!!!

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OH! te lee